
Libro de Reflexión

Si bien estas líneas van dirigidas para músicos católicos, también puede ser una guía para quien quiera servir en la Iglesia. Con esto te invito a leer estas páginas donde iremos profundizando sobre este caminar a través del don que Dios te regaló.
En la música tenemos un número que se nos hace familiar y conocido: el 440. El 440 es un sistema de afinación occidental, tomando la nota LA como referencia y asignando una frecuencia en Hz. Esto se estableció como estándar internacional en el siglo XX. Cuando un guitarrista afina su instrumento, por ejemplo, ajusta la tensión de las cuerdas para que la nota LA coincida con la frecuencia 440. Esto garantiza que los músicos involucrados estén en sintonía entre sí y que la música suene de manera coherente al tocar juntos. Aunque existen otras frecuencias, la 440 se ha vuelto un estándar dominante en la música clásica y otros géneros.
En estas páginas pretendo poder darte una serie de conceptos, guías o ideas de lo que en el camino me ha tocado aprender a través de los diferentes servicios que he desarrollado, llevándonos a estar en una misma frecuencia. Caminar juntos hacia esa sintonía como católicos que debemos de tener al ser una sola Iglesia, aunque se interculturicen ciertos temas. Teniendo sobre todo una identidad definida y claridad sobre nuestro servicio musical dentro del contexto de Iglesia Católica.
Lo que si no puede cambiar es que somos uno solo y aunque nuestro sentir puede ser diferente tenemos la seguridad de estar bajo una misma doctrina mundial, en la misma frecuencia con músicos de todo el mundo a nivel eclesial. La pregunta aquí es: cuál es nuestro 440? ¿Cuál es nuestro estándar de servicio? Estamos en sintonía con lo que la Iglesia nos pide como cristianos y como músicos? ¿Qué debemos ajustar para estar en esta misma frecuencia?
Servir en la Iglesia ya es en sí un reto en estos tiempos, en donde la relativización de las cosas y la exposición de los talentos es mucho más importante que la interiorización del alma e incluso el servicio desde el silencio, en un mundo tan ruidoso y contagiado de envidias, egoísmos o incluso protagonismo.
Desde el enfoque de estas páginas se evaluaremos el reto familiar, de pareja, comunitario, y personal, en el cual no solo hay que encontrar los espacios para poder desarrollar el don, sino identificar en qué momentos, estilos, tipos de servicio, deseas hacer para desarrollar tu apostolado o ministerio, identificando sus retos y posibilidades.
San Pablo afirma que en la Iglesia hay diferentes dones pero un solo espíritu (1 Corintios 12,4-28), lo cual para nosotros termina siendo una gran noticia ya que el que se divide es el cuerpo de cristo a través de sus diferentes miembros, para poder servir de diferentes maneras, pero no cristo que sigue siendo UNO solo.
Si comprendemos este misterio que nos hace hermanos en la fe y que nos hace Iglesia como cuerpo activo y vivo de Cristo, podremos llegar a entender el don del servicio en todos los demás no solamente en mi servicio como músico, sino apreciando y amando el servicio de los diferentes ministerios y apostolados de nuestra Iglesia, sabiendo que son parte del cuerpo de Cristo al cual nosotros también pertenecemos.
Se puede decir mucho de la música como arte dentro de la Iglesia, existe documentación oficial referente al tema, pero con el tiempo también se van renovando las formas y los matices en los servicios, manteniendo siempre vivos los cimientos sobre los cuales están basados nuestros aportes como músicos ya sea litúrgicos o pastorales, ya sea técnicos, vocales o formativos.
Habiendo abierto este camino de reflexión intentaré en estas líneas proponer diferentes perspectivas sobre el servicio de la música en la iglesia, a través de la reflexión eminentemente católica, con identidad completamente definida sobre nuestra fe. En un mundo de confusión donde somos tentados por lo comercial, pretendo ir abriendo caminos en este terreno aún con mucho por delante, que siempre va pidiendo leer los signos de los tiempos, hacia nuestros niños, nuestros jóvenes, nuestros adultos, hacia nuestro clero, nuestras familias, hacia las personas que no pertenecen a nuestra Iglesia, pero sobre todo hacia nuestro interior y aunando en nuestro corazón musical al servicio de Dios.
Cabe resaltar que a través de los años de experiencia en este caminar, con la perseverancia y mucha formación, sin buscar camino hacia el estrellato sino más bien colocando ante el Señor lo que él me regaló como don, y sobre todo el servicio a los demás, deseo poner ante tí humildemente (pero como decía Santa Teresa, que la humildad es verdad), estas páginas para que puedas encontrar alguna respuesta verdadera o guía en tu servicio y que el Espíritu Santo sobre todo marque en tí su sello de fidelidad para seguirle sirviendo con lo mejor que podemos llegar a tener: un corazón puro y enamorado de Dios.